.
El lento entendimiento de que detrás de la arquitectura moderna había mucho más de demagogia progresista que de arquitectura; el rápido descreimiento de que el clasicismo podría recuperarse con las simplezas postmodernas; y el hastío en que nos encontramos frente a las arquitecturas descalabradas de las ocurrencias y los figurones, han ido poniendo en valor aquellas últimas arquitecturas previas a la modernidad (aquellas casas de los primeros veinte años del siglo XX) que hace tan sólo cuarenta años se tenían por eclécticas, vacuas o refitoleras. Desde el desconcierto teórico con el que hoy se contempla la arquitectura, estas casas se ven ahora, cuando menos, como monumentos de lenguajes desaparecidos que poseían una riqueza de vocabulario infinitamente superior al que nos ha dejado la modernidad. Y así, todos aquellos magníficos edificios que no tuvieron la suerte de caer bajo la denominación de algún –ismo marcado por los historiadores (como el modernismo, por ejemplo) y que tuvieron la suerte de salvarse del desprecio moderno y de la piqueta depredadora del urbanismo salvaje, se estudian ahora no como ejemplos de buena arquitectura sino como curiosidades sociológicas o etnográficas. Es el caso, por ejemplo, de las casas de indianos, que abundan en el marco semirural de la geografía asturiana, o incluso también en la periferia de la congelada capital cubana.
En el libro “La Habana, arquitectura del siglo XX” de Pepe Navarro, ed Blume 1998, uno de los capítulos más bellos es el dedicado precisamente a las desconocidas mansiones eclécticas de la periferia de la ciudad. Y el libro, “Arquitectura de Indianos en Asturias” ed. Principado de Asturias, 1987, es uno de los primeros monográficos nacionales de este enfoque no arquitectónico que empezó a poner en valor todo este tipo de edificios despreciados por la modernidad. Pues bien, desde que el geógrafo Guillermo Morales me regalara esta obra, siempre la he tenido presente por si algún día me pudiera servir de guía para viajar por la geografía asturiana.
El plan no es fácil, porque viajar de pueblo en pueblo buscando las casas que trae el libro es todo menos relajante, así pues, yo hice el plan inverso: viajar despreocupadamente y reparar en el libro cuando nos encontráramos por casualidad con alguna de esas casas.
Estando estos días de junio del 2009 en Ribadesella, admirando desde mirador de la ermita de Guía su excepcional enclave paisajístico, la vista se nos fue, cómo no, a Villa Rosario, y desde allí, con el poco zoom que tiene mi digital le hice esta foto:
Según cuenta el libro mencionado, la casa fue proyectada por el arquitecto Manuel del Busto en 1914 para el enriquecido indiano en Cuba, don José Ruisánchez, y mejor que acercarnos a verla convertida ahora en hotelito y a maldecir a los actuales repintadores que las toman por atracciones de parques temáticos, he preferido poner arriba la foto de época que viene en el libro y quedarme así con el encanto de su lejanía y de su emplazamiento.
Un emplazamiento excepcional, como decía antes, que no necesita de mayor comentario. Las imágenes captadas en google earth y las fotos que hice desde el mencionado mirador se bastan y sobran para que no salgamos de nuestro asombro:
Respetando las distancias, añado también esta foto del paseo de la playa, bajada del Panoramio de Google earth, para apreciar mejor su escala: