domingo, 1 de marzo de 2015

82. LAS SALINAS DE AÑANA. ALAVA



En el verano del 2001 intercambiamos casa con una familia francesa que vivía en Bois D'Arcy, un pequeño pueblo cercano a Versalles desde el que íbamos en bici hasta sus jardines a tomar el picnic en el extremo del estanque del gran parque del palacio como si fuéramos príncipes. Pero no es de Bois D'Arcy y de la bonita casa que nos dejó aquella familia francesa de lo que toca hablar hoy aquí sino de la razón por la cual nos habían propuesto intercambiar la casa: venir a ver las Salinas de Añana de Alava (!). Por lo que nos contaron, las habían visto en un programa de televisión y se quedaron tan impresionados del lugar que decidieron venir a pasar las vacaciones al norte de España, y como la cercanía de de nuestra casa en La Rioja era la opción más favorable, pues fue la que tomaron.


Lo gracioso del caso es que cuando nos contaron el motivo de su viaje nosotros no teníamos ni idea de la existencia de este lugar ni habíamos estado en él, así que en el otoño del año siguiente, en concreto el 10 de noviembre del 2002, decidimos hacer una pequeña excursión para verlo, y a fe que no nos decepcionó.


Llegar hasta Salinas de Añana es bastante fácil porque está muy cerca de la salida que tiene la AP-68 en Pobes, poco antes del paso de Subijana. Desde allí, por una carretera comarcal en dirección Oeste, se llega en seguida al pueblo.


Las salinas consisten en la explotación inmemorial (dicen que desde los romanos) de un manantial salino que emerge en un pequeño barranco situado al sur del pueblo. El agua se conducía por gravedad hacia unos bancales artificiales situados a ambos lados del barranco construidos con unos sencillos entibados de madera. Un camino ascendente situado en la ladera sur del barranco permite contemplarlo en su totalidad, llegando hasta la parte más alta para dar la vuelta y regresar por el pueblo.


Las fotos que muestro aquí siguen más o menos el recorrido por ese camino mencionado:





En noviembre del 2002 la mayor parte de las salinas estaban abandonadas y el paisaje tenía un bellísimo aspecto de ruina industrial. En algunas, sin embargo, seguía habiendo agua sobre las pequeñas parcelas y si no recuerdo mal, ya había entonces alguna iniciativa de reconstrucción de algún entibamiento para su uso turístico que, obviamente, preferimos ignorar.


Mis últimas noticias son que el uso turístico va en aumento y que con el cuento que ahora se le echa a todo lo relacionado con la gastronomía hasta se ha vuelto a montar alguna explotación de sales vendiendo bolsitas a un precio escandaloso.

Sea como fuere, yo creo que la visita y la vuelta por el camino que se ve justo enfrente de esta última foto, vale la pena. Así que si lo descubren gracias a este blog recuerden que nosotros lo descubrimos de una manera aún más extraña.