lunes, 1 de febrero de 2016

93. EL COLUMBARIO DE NALDA



Decía en el post dedicado a la iglesia de Arroyuelos que a mí nunca me había interesado la arquitectura rupestre..., pero en pocos meses ya he traído aquí dos muestras (v iglesia de Arroyuelo). Supongo que es porque no me interesan como "género", pero tomadas en singular, no puedo negar la emoción arquitectónica que me producen. Especialmente, claro está, por la singularidad del lugar.


El Columbario de Nalda lo tengo a un paso de casa y, sin embargo, han tenido que pasar años y años viviendo en Logroño hasta que me diera cuenta de su existencia. Y no crean que ha sido porque me lo haya recomendado nadie. Simplemente buscaba yo un paseo matinal de domingo de invierno y recorriendo caminos con google earth me he encontrado con esta maravilla.


En el pequeño ascenso desde la carretera hasta el muro de roca donde está ubicado el columbario vemos a lo lejos otras grandes paredes de singular belleza. Es como un gran lienzo curvilíneo (¿aaltiano?) surcado de columnillas verticales y restos de líneas horizontales. Con lo que me da el teleobjetivo de la pocket, me acerco un poco más para que lo vean:


En el camino de retorno del columbario descubriremos un horror urbanístico de lesa magnitud: justo debajo de esas paredes vírgenes han construido un enorme pabellón industrial (!!!). Ay, prefiero no ponerlo aquí y que lo encuentren en el blog MIRA ESTO OTRO. Pero volvamos a esa otra pared horadada por la mano del hombre.

Poco antes de coger la senda que nos lleva hasta el punto de acceso a su interior ya vemos que la última intervención humana ha sido la de iluminarla. Aparte de ello, de unos puntales en las galerías más occidentales y de una escalera de mano en el punto de acceso, no se ve ningún otro signo de "puesta en valor", lo que se agradece enormemente (sobre todo si lo comparamos con lo que andan haciendo en los restos del castillo de Nalda, ay.../ para MIRA ESTO OTRO también).


Por el senderito ese pequeño que se ve a la izquierda de los pinos se llega a la base de la pared y ayudados por la pequeña escalera de madera mencionada, penetramos en su interior.


Mis fotos no hacen verdadera justicia a la belleza del interior y a la limpieza con que los amigos del monumento lo conservan.


De vuelta a casa y al ordenador, he descubierto que el joven periodista riojano Diego Marraco publicó en marzo del 2014 un post en su blog con excelentes fotos del interior. A ellas les remito: enlace aquí. Los arqueólogos e historiadores no se ponen de acuerdo en qué punto deja de ser un eremitorio altomedieval para ser un vulgar palomar, ambigüedad que parece perseguir a la propia palabra "columbario". De lo que no hay duda, sin embargo, es de la belleza del paisaje que se contempla desde sus huecos con ese delicioso camino en primer plano por el que acabamos de llegar.


Un camino que aunque parece que vaya a Nalda, resulta que no es así. Para subir o bajar del Columbario hay dos caminos que bordean un curioso y afilado barranco que, curiosamente, no llega ni a la carretera de Albelda. Y lo mismo pasa con otro barranco paralelo más cercano a Nalda. Para que puedan visitarlo antes de que nuestras derrochadoras instituciones lo llenen de vallas y carteles, les dejo aquí un pequeño croquis del recorrido.


Tanto en el camino que sale junto a una ruidosa fábrica blanca, como en el que sale cien metros más hacia el norte, apenas hay sitio para dejar un coche. Nosotros dejamos el nuestro malamente junto a la fábrica haciendo el circuito en sentido contrario a las agujas del reloj, es decir, subiendo por el camino de la foto y bajando por el que se atisban las fábricas construidas debajo de las paredes aaltianas.

No he encontrado en la red una planimetría de la larga galería. Puestos a gastar dineros públicos, antes que poner vallas, carteles y paneles de interpretación, debería encargarse un levantamiento fidedigno. A ver si hay suerte y me hacen caso.