miércoles, 7 de mayo de 2014

78. LA LECCION DE HARO



¿De dónde viene mi desapego hacia toda la arquitectura de mi tiempo? ¿De dónde mis enormes diferencias con la cultura oficial de la arquitectura? Paseando el otro día por Haro y recordando la de veces que en mi ya larga vida (y sobre todo en mi infancia), habré recorrido la calle de la Vega, empecé a pensar en una posible respuesta, o cuando menos en un argumento.


¡Qué tontos hemos podido ser los arquitectos del siglo XX en no ver el legado que nos había dejado el siglo XIX en algunas de las calles de ciudades de tamaño mediano como Haro!


Abrid cualquier página institucional o de turismo de Haro (esta misma) y veréis que nadie menciona las casas burguesas del siglo XIX como uno de sus grandes valores arquitectónicos.


Qué ceguera, qué ignorancia. ¿Cuánto de culpa no tenemos los arquitectos en ello?


¿Quién conoce los nombres de los arquitectos o maestros de obras que están detrás de la belleza de estas casas? ¿o los talleres de los artesanos de esas puertas, esas rejas, esos balcones, esas decoraciones, esos lambrequines, esos miradores...?


Ni un miserable artículo de arquitectura en ningún medio de difusión o de investigación poniendo en valor (como se dice ahora con cursileria) este magnífico patrimonio arquitectónico.


Un patrimonio maltratado no pocas veces por los usos comerciales, en las peores ocasiones derribado y sustituido, o generalmente ignorado y humillado por las vecinas construcciones de nuestro tiempo.


¿Qué vida les queda a las espectaculares galerías de madera construidas sobre la piedra o el estuco de sus fachadas? No mucha. Aunque peor es mirar a los engendros de miradores que algunos arquitectos de nuestro tiempo se han atrevido a reinventar (y que por piedad prefiero omitir en este blog).


Ningún estudio o reseña tampoco de la interesante arquitectura de ladrillo prensado que se puso de moda también en el siglo XIX y comienzos del XX venida de la gran tradición castellana y madrileña.


Las guías de arquitectura de los arquitectos (cuando las hay) ventilan de un plumazo todo este periodo de nuestra historia para dedicarse a alabar a los cuatro pioneros de la arquitectura moderna del siglo XX en cada región (los del docomomo, para entendernos).


Pero cuando uno ve edificios tan espectaculares y tan urbanos como las dos casas que forman el frente Oeste de la plaza de la Paz justo encima del Café Suizo (otra institución con un cadena de decoraciones interiores a cual más espantosa), reflexiona y piensa si no se dio en el siglo XX un tajo mortal a la historia de la arquitectura del que casi es imposible reponerse.


Yo conozco muy bien toda la cultura oficial de la arquitectura del siglo XX. Fui formado en ella y aprendí a ver toda la arquitectura que me rodeaba bajo sus anteojos. Yo también presté poca atención a todos estos hermosos edificios del siglo XIX, pero... sin embargo, sin embargo..., creo que los tenía ahí clavados en el fondo de mi retina, y en el fondo de mi alma y de mi corazón, porque cada vez que he pasado por la calle de la Vega, y habré pasado cientos o miles de veces, siempre he sentido admiración por su belleza, por su variedad y su calidad urbana.


Y por ello, hace un par de semanas, pensando en este blog, me puse a hacer fotos a todas las casas que me salían al paso (que hacer fotos ahora es gratis, y publicarlas también ) para reparar en lo posible la parte de culpa que me toca.


O para dársela a conocer a los amables lectores que aún me siguen en este blog, y para que gocen con estas casas y calles igual que siempre lo he hecho yo.


Aunque no creáis... que pánico me da levantar la liebre y que en dos o tres años empiece a venir gente a Haro para ver y pasear y hacer miles de fotos por la calle de la Vega y, aahhh, ahhh, aaaa...a algún alcalde idiota se le ocurra la brillante idea de peatonalizarla... ¡¡¡¡no!!!¡¡¡no!!!


Porque las calles son calles, no sólo cuando tienen bonitas casas sino cuando tienen también calzadas y aceras, y cuando se puede parar delante de las casas a coger o dejar cosas y si es posible también, a aparcar un poco el coche.


De momento ya le han puesto alguna mierda de pasos elevados de esos que ponen para que los coches tengan que hacer el rana jodiendo sus amortiguadores y la columna vertebral de los ocupantes.


Y un poco más allá de estas casas, ay dios mío, todavía puede verse la espantosa casa de ladrillo oscuro donde estaba la librería de Viela (que en paz descanse...) y que también omito aquí por piedad.


En uno de estos bajos estaba el taller del "chinche" (Alberto Olarte) donde siempre íbamos a arreglar las bicis. El Higinia, a continuación, ya no es aquel hotel provinciano con olor a siglo pasado al que de vez en cuando venía una familia inglesa, sino que han debido de colgarle el sambenito de "hotel con encanto"..., y se ha modernizado, aunque por lo que puede verse, solo por dentro, en planta baja y... por un costado.


A pesar de los pesares, y a pesar de mi tardanza en haberme dado cuenta, la gran lección de arquitectura del siglo XIX sigue ahí esperando a que alguien vuelva a conectar con esa forma de hacer ciudad que los arquitectos (y ya no digamos la sociedad y sus gobernantes) hemos olvidado completamente.

No parece que las primeras generaciones del siglo XXI, empachadas aún con la divinidad de los artistas o embelesadas con las infinitas posibilidades de las herramientas informáticas, estén por la labor. Pero por si no duran las casas hasta que lleguen quienes las sepan apreciar, que por lo menos quede para el futuro el testimonio de este post.




miércoles, 2 de abril de 2014

77. "BRA", UN NUEVO BLOG, HIJO DE EDIFICIOSLHD



Como este blog es más autobiográfico que otra cosa, hace tiempo que me apetecía poner aquí los Bares, Restaurantes o Alojamientos en que me he sentido muy a gusto, y no necesariamente por razones arquitectónicas o decorativas, ni mucho menos gastronómicas, aunque de todo un poco. 

Algunas de esas experiencias gozosas de un buen lugar, un buen trato y un buen precio, ya he contado aquí y en el viejo LHD. Aún recuerdo la de un Bar en el Burgo de Osma (edfLHD n43), la del Bar a Vins de Carcassone (edLHD 50) o el Café Central de Madrid (edfLHD n31). Tras la experiencia de visitar ciudades lamentables o edificios ridículos, el hallazgo de algunos bares, restaurantes o alojamientos ha sido no pocas veces como el descubrimiento de un oasis en el desierto. Otras veces han sido el complemento a una buena jornada de viaje o de monte, o de música, que no todo son desgracias en esta vida, pero lo que importa para traerlos aquí es que por una u otra razón me haya sentido muy bien en ellos. 

Bueno, digo lo de traerlos aquí, pero no, porque no quisiera que este blog dejara de ser una autobiografía de arquitectura. Mejor sacarlos a otro blog, ya que es tan fácil hacer blogs nuevos, y luego poner un enlace en el costado. 

Aunque OASIS podría ser un buen título o metáfora para ese nuevo blog, al final he preferido el acrónimo BRA (Bares, Restaurantes y Alojamientos) por aquello de que mi primer blog fue un acrónimo (LHD) y ya me he acostumbrado a ellos, pero también porque el BRA fue un estupendo y sencillo invento para hacer más hermosos los órganos que nos amamantaron y dieron cobijo, calor y (luego y siempre) placer. Tiene más gracia así. 

Quede claro: el BRA no es una guía turística y no respondo de cómo lo pasen allí, porque las circunstancias son cambiantes y la vida de estos locales suele ser más efímera que la arquitectura. Sólo cuenta que yo me lo pasé muy bien y que salí contento y renovado. Y si doy alguna razón de ello, y están de acuerdo, pues encantado de haberles sido útil. 







jueves, 27 de marzo de 2014

76. EN LOS CAMINOS



Hace unos años, cuando escribía el LHD, me "eché al monte" (literalmente hablando y no en sentido figurado), y me fueron saliendo relatos más o menos arquitectónicos o deportivos de esas huidas periódicas de la ciudad que pueden verse en el correspondiente blog (MONTES). 

Aunque no hemos dejado de ir al monte, en este curso 2013-2014 pudiera decirse que me he "echado a los caminos", esas pequeñas vías sin señalizar y tantas veces olvidadas de la mano de dios. Bien andando, o en la estupenda bici de montaña que me regaló mi hija por reyes, voy recorriendo poco a poco los caminos alrededor de mi ciudad y espero hacerlo allí donde vaya, porque los caminos no sólo te dan alguna sorpresa paisajística sino también arquitectónica (!). Tal es el caso de un par de chozos guardaviñas que nos hemos encontrado recientemente, uno cerca de Lardero (foto de arriba) en un paseo a pié, y otro, cerca de Laserna (foto siguiente) en un paseo en bici.


Me consta que los guardaviñas de La Rioja han sido estudiados y catalogados por los inquietos etnógrafos riojanos, pero afortunadamente aún están ahí en medio del campo y al borde de los caminos sin ninguna indicación, ninguna valla y ninguna protección, como si todavía fueran útiles y estuvieran en uso. 

Generalmente no es así, y si te asomas a su interior comprobarás lo vandálica que es la gente, pero aún con todo, todavía se puede disfrutar de esa construcción rústica de un solo material que lleva a la creación de una forma y una silueta tan característica. 

No quiero quitarle a nadie la sorpresa de encontrarlos por casualidad ni me gustaría por nada del mundo que los ayuntamientos o las Autonomías especialistas en el despilfarro sostenible los señalizaran y pusieran vallas de protección, pero por aquello de recordar dónde los he encontrado y animar a los lectores a "echarse a los caminos" voy a dar cuando menos la localización de las arquitecturas que me encuentre en ellos, más que nada por lo frágiles que son y lo fácil que será estropearlas y perderlas para siempre.  

Aquí el de la foto 1, entre Lardero y Entrena:


Y aquí el de la segunda foto, cerca de Laserna:


Notarán en esta segunda imagen aérea de google earth, que un poco más a la izquierda y arriba del puntito amarillo que señala la posición del segundo guardaviñas, he puesto un circulito rojo en torno a una casa de campo, y es que las sorpresas arquitectónicas no se ciñen solamente a los guardaviñas sino que de vez en cuando también es posible encontrar alguna construcción agrícola (un pajar, una casa, un molino, etc.) que despierta nuestro interés. Mayormente están en ruinas, pero cuando aún tienen vida es ocasión de celebrarlo cuando menos con una foto. La casa de ese circulito no es nada del otro jueves, pero empieza a ser tan extraño encontrarlas sin alguna desastrosa intervención moderna que no sé a ustedes, pero a mí, por lo menos, me causan también una pequeña emoción arquitectónica.


No tengo hoy mucho más que contar y quizás este post les parezca algo pobre, pero la intención de redactarlo no es otra que la de animarles también a "echarse a los caminos" y descubrir y compartir las pequeñas bellezas arquitectónicas que aún nos puedan ofrecer.


jueves, 13 de febrero de 2014

75. LA IGLESIA DE BRIONES. LA RIOJA



Hace unos días estuve en Briones para revisitar las casas solariegas que habíamos fotografiado en 1983 y seguir aportando material al blog que vengo haciendo con ellas. También me tocó hacer no pocas fotos para Mira Estotro, ese colección de imágenes del horterismo y la fealdad que campan desde hace medio siglo en nuestros pueblos. Cuando ya dábamos por acabados nuestros trabajos y nuestra visita a Briones, le propuse a mi compañera de excursión entrar a ver, una vez más, su iglesia. Lo que sigue a continuación no es ninguna lectura arquitectónica ni  un relato historiográfico artístico de la misma sino algo así como una pequeña muestra de agradecimiento a sus hacedores y mantenedores, y de recuerdo a la emoción que ambos experimentamos en esa visita. En esta época dada a los textos de publicidad llenos superlativos me cuesta encontrar un discurso capaz de expresar el estado de alegría que vivimos, así que he pensado tan solo compartir algunas de las fotos de mi recorrido, no especialmente de mucha calidad, con algún comentario en voz baja. 

Y digo en voz baja porque además de ser lo propio en la visita a un templo, resulta ser todo un ejercicio de contención cuando nada más traspasar la puerta de entrada nos topamos con el órgano de la primera foto. Ohhhhh (es preciso ya reprimir la primera exclamación) ¿cuántos habitantes tiene Briones? ¡¡¡¡856!!!! ¡¡¡Virgen Santísima!!!! Sshhhhhh.


Abro mi perspectiva hacia el altar, y las columnas nervadas se me llevan la vista hacia arriba, a este techo estrellado que cierra lo que los expertos llamamos las hallenkirsche o iglesias de salón. Un techo igual de alto en las naves laterales que en la central. Un techo altísimo para un espacio grandioso.  


No tardo en ir hacia el eje de la nave central para situarme frente al gran retablo que la cierra y pararme un poco a serenarme, que es el efecto que provocan los ejes y las simetrías. 

Pero mucho no dura la calma porque la vista se me va enseguida hacia la escultórica escalera que sube al coro ubicada más allá de la tercera nave en el mismo eje de la puerta de entrada y el órgano que tenemos  justo encima:


Antes de ir hacia la escalera echo la vista atrás para ver el bajo coro, lugar en el que recuerdo que el cura de hace unos años construyó una especie de barraca con conglomerados para dar las misas en invierno a los pocos vecinos que acudían. 


Como los voladizos del órgano que tengo sobre la cabeza me parecen tremendos avanzo un tramo de la nave para hacer una foto. Menuda estructura (!)


Ahora sí, ahora subo por la escalera del coro y me detengo ante su puerta cerrada para mirar la iglesia a media altura:


En las primeras visitas que hice hace años a esta iglesia, el coro siempre estaba abierto y aún recuerdo el enorme facistol que tenía en el centro con los no menos gigantescos libros de canto colocados en sus atriles con las hojas abiertas mostrando unas partituras tan grandes que las notas tenían por lo menos el tamaño de una nuez.


Me acerco al altar mayor y lo fotografío en una forzada perspectiva. No entiendo mucho de retablos pero este de Briones tiene algunos detalles muy parecidos al de Anguciana, que es el que más horas he tenido delante en mi vida.

Una de mis vistas preferidas del espacio interior de una iglesia es la diagonal tomada desde la cabecera de la nave del evangelio. O sea, esta:


Allí mismo descubro la rica sacristía. Y otra vez me pellizco en el brazo para recordarme que no estoy soñando ni que estoy en la catedral de una gran ciudad sino en la iglesia de un pueblecito de La Rioja:


Completo la panorámica con una vista de la nave del Evangelio hecha desde su cabecera.


Y como esta vez me llama la atención la rica reja de la capilla anterior a la de la escalera del coro me acerco a verla.


Es curioso su tinte azulado, que comparte con las rejas de los púlpitos y el teñido de la madera de la puerta de entrada (véase la foto del bajo coro algo más arriba). 


Como tenía ganas de fotografiar los detalles decorativos de la base de las columnas me fui al otro lado del crucero para hacer esta foto. Se ve también en ella el azulado de la reja del púlpito al que aludía antes o la tarima de todo el suelo de la iglesia que tan cálida imagen da de ella. No es que sea una "iglesia de salón" es como si estuvieras en el salón de casa (!).


Desde el punto de la anterior foto (la cabecera de la nave de la epístola) me recorro toda la iglesia en diagonal para descubrir esta increíble capilla ubicada en el tramo del coro. Es de una perfección decorativa que asusta.


¿Cuándo hemos sido los riojanos tan cultos? ¿cuándo los españoles tan exactos? No sé si fue síndrome de Stendhal o vértigo histórico lo que me entró pero me dije que ya tenía que parar la visita y salir a tomar un poco el aire.

En esas estaba cuando entró otra pareja a ver la iglesia y mirando otras cosas que yo descubrió que en cada capilla había unos pulsadores para iluminar sus cuadros y retablos.


Me acerqué al que más a mano me pillaba y le di yo también al botoncito y... ¡madre mía! ¡qué retablo de pinturas! Tiene que dar gusto pasarse una tarde entera estudiándolas. Pero eso será en otra ocasión. O lo contará (o posteará) otro porque entre unas cosas y otras se me va la vida sin haber visto nada....!!!!

Y me dejo también de hablar de la torre barroca ahhh. Y se me olvida decir que la gente que va a Briones mayormente lo hace para ver el Museo de la Cultura del Vino... (!!!) del que yo, con ver la entrada (!!!) ya tengo bastante...:








lunes, 3 de febrero de 2014

74. DOS JOYAS MEDIEVALES EN LA RIOJA



Yo no sé mucho de datación de casas antiguas pero hay un par de ellas en La Rioja que cada vez que las veo me quedo plantado delante como si tuviera ante mí la mismísima Edad Media. Una es esta de arriba, está en Briones justo al entrar en la plaza Mayor a mano izquierda, y amén de dos orinales en la puerta y dos bolardos en su calle lateral, parece estar bien conservada y con la cubierta rehecha. 


La otra, sin embargo, está dejada de la mano de Dios desde que la conozco, por lo que cada vez que  la veo le hago unas fotos pensando que pudieran ser la últimas. Las dos primeras que conservo deben de ser de 1983 o así y son aún en blanco y negro.


De un paseo del 2004 guardo un reportaje algo mejor pues la pintura arlequinada del lateral no puede apreciarse sino en color:







En el pasado verano (del 2013) volví a verla y a admirarme de que siga tal cual:





Algún día le meterá mano algún arquitecto restaurador y le quitará toda la emoción. Si podéis verla antes de que eso pase, estáis invitados. Está en la zona de la Herradura, concretamente en donde os la señalo con un punto amarillo:



jueves, 9 de enero de 2014

73. PLAZA MAYOR DE LA VILLA DE LEYVA, BOYACÁ, COLOMBIA



En los primeros minutos de la película COBRA VERDE de Werner Herzog, que narra una historia ubicada en Brasil, aparece una hermosísima plaza colonial que enseguida supimos que no estaba en Brasil sino en Colombia. No es la primera vez que el cine descubre para edificiosLHD un lugar fascinante ni espero que sea la última. A vuelapluma me vienen a la memoria, por ejemplo, el hotel Coronado de San Diego o el Hotel del Mont Hood, ya contados aquí por haber tenido la suerte de poder visitarlos personalmente. No ha sido el caso de esta plaza colombiana que no tuve correctamente ubicada hasta que casualmente la encontré en la guía Michelín de Colombia estando en la propia Colombia pero sin posibilidades de ir allí. Otras muchas bellas plazas coloniales colombianas he visitado y de ellas iré dando cuenta cuando pueda, porque mi asombro y entusiasmo por la arquitectura colonial española no para de crecer, pero antes de ello quisiera cuando menos viajar a la Villa de Leyva, que así se llama el pueblo donde está ubicada esta plaza, con las fotos y medios que nos da internet. 


La Villa de Leyva está en el departamento de Boyacá, al norte de Cundinamarca (capital Bogotá) y al Sur de Santander (capital Bucaramanga). Pasamos hace unos días por Tunja, capital de Boyacá en el autobús que nos llevaba por la carretera 55 desde un Departamento a otro y hasta vimos los carteles que señalaban el desvío a la Villa de Leyva pero no hubo posibilidad de alterar el plan del viaje. 



Me acerco ahora con google earth en relieve para ver mejor la gran loma que separa Villa de Leyva de Tunja y que constituye el gran fondo escenográfico de nuestro nuevo lugar LHD. 


Las plazas mayores de las fundaciones coloniales españolas en América no son sino el producto de dejar vacía una cuadra de la hipodámica malla que gobierna ferreamente todo el plano urbano. La orografía tan plana como excepcional en Colombia de la Villa de Leyva debió de mover a los fundadores a crear unas cuadras más grandes de lo normal, y de ahí el tamaño tan exagerado de la plaza. Lo vemos también en la foto aérea de google, aunque malamente, porque justo en el límite de la plaza cambia la definición del cosido de las fotos de google earth. 


Es suficiente para hacernos una idea del brutal cambio de escala entre la edificación (dibujada en sketch up en su lado principal) y el espacio urbano. 

Internet está llena de fotos de viajeros que han estado en esa plaza y en todas ellas apreciamos la gran dificultad que representa para las cámaras de fotos captar el enorme espacio central vacío. Como ejemplo de ello muestro esta secuencia girando hacia la izquierda de varios autores, (a los que les agradezco como siempre su generosidad de compartirlas, con mención especial para el viajero norteamericano Stephen Bugno que tiene las mejores de ellas colgadas en flirk):






El duro empedrado, la exigua presencia de una fuente como único mobiliario urbano y la desproporción mencionada entre edificación y espacio vacío hacen de esta plaza más un lugar para el cine extremo de Herzog que para la convivencia vecinal. Más un lugar para el asombro del turista que para la vida del Leyvano. Pero como casi todo en la conquista de las américas parece desproporcionado, esta plaza podría ser su mejor representación. 


martes, 22 de octubre de 2013

72. CASAS SOLARIEGAS EN LA RIOJA



Me pregunta algún lector de vez en cuando que por qué no actualizo más este pequeño blog donde colecciono los edificios a los que por una u otra razón les tengo especial cariño, y la respuesta no puede ser más sencilla: porque desde mediados de este verano del 2013 me he embarcado en una colección tan magnífica pero específica, que no hubiera quedado bien meterla aquí. Esos edificios son las "casas solariegas de la Rioja" y por extensión las casas de piedra del siglo XIX y principios del XX que aún les dan cierta dignidad a nuestros desvencijados pueblos. Podéis seguir el desarrollo de la colección a través del enlace que está en el blogroll o directamente desde aquí: CASAS SOLARIEGAS DE LA RIOJA. Y a menos que mientras tanto no caiga perdidamente enamorado de alguna que otra casa o templo muy especial, no creo que hasta que acabe con ese trabajo (para el que calculo un par de años) vaya a poner muchas cosas aquí. Aunque todo puede pasar.