Hace unos días estuve en Briones para revisitar las casas solariegas que habíamos fotografiado en 1983 y seguir aportando material al blog que vengo haciendo con ellas. También me tocó hacer no pocas fotos para Mira Estotro, ese colección de imágenes del horterismo y la fealdad que campan desde hace medio siglo en nuestros pueblos. Cuando ya dábamos por acabados nuestros trabajos y nuestra visita a Briones, le propuse a mi compañera de excursión entrar a ver, una vez más, su iglesia. Lo que sigue a continuación no es ninguna lectura arquitectónica ni un relato historiográfico artístico de la misma sino algo así como una pequeña muestra de agradecimiento a sus hacedores y mantenedores, y de recuerdo a la emoción que ambos experimentamos en esa visita. En esta época dada a los textos de publicidad llenos superlativos me cuesta encontrar un discurso capaz de expresar el estado de alegría que vivimos, así que he pensado tan solo compartir algunas de las fotos de mi recorrido, no especialmente de mucha calidad, con algún comentario en voz baja.
Y digo en voz baja porque además de ser lo propio en la visita a un templo, resulta ser todo un ejercicio de contención cuando nada más traspasar la puerta de entrada nos topamos con el órgano de la primera foto. Ohhhhh (es preciso ya reprimir la primera exclamación) ¿cuántos habitantes tiene Briones? ¡¡¡¡856!!!! ¡¡¡Virgen Santísima!!!! Sshhhhhh.
Abro mi perspectiva hacia el altar, y las columnas nervadas se me llevan la vista hacia arriba, a este techo estrellado que cierra lo que los expertos llamamos las hallenkirsche o iglesias de salón. Un techo igual de alto en las naves laterales que en la central. Un techo altísimo para un espacio grandioso.
No tardo en ir hacia el eje de la nave central para situarme frente al gran retablo que la cierra y pararme un poco a serenarme, que es el efecto que provocan los ejes y las simetrías.
Pero mucho no dura la calma porque la vista se me va enseguida hacia la escultórica escalera que sube al coro ubicada más allá de la tercera nave en el mismo eje de la puerta de entrada y el órgano que tenemos justo encima:
Antes de ir hacia la escalera echo la vista atrás para ver el bajo coro, lugar en el que recuerdo que el cura de hace unos años construyó una especie de barraca con conglomerados para dar las misas en invierno a los pocos vecinos que acudían.
Como los voladizos del órgano que tengo sobre la cabeza me parecen tremendos avanzo un tramo de la nave para hacer una foto. Menuda estructura (!)
En las primeras visitas que hice hace años a esta iglesia, el coro siempre estaba abierto y aún recuerdo el enorme facistol que tenía en el centro con los no menos gigantescos libros de canto colocados en sus atriles con las hojas abiertas mostrando unas partituras tan grandes que las notas tenían por lo menos el tamaño de una nuez.
Me acerco al altar mayor y lo fotografío en una forzada perspectiva. No entiendo mucho de retablos pero este de Briones tiene algunos detalles muy parecidos al de Anguciana, que es el que más horas he tenido delante en mi vida.
Una de mis vistas preferidas del espacio interior de una iglesia es la diagonal tomada desde la cabecera de la nave del evangelio. O sea, esta:
Allí mismo descubro la rica sacristía. Y otra vez me pellizco en el brazo para recordarme que no estoy soñando ni que estoy en la catedral de una gran ciudad sino en la iglesia de un pueblecito de La Rioja:
Completo la panorámica con una vista de la nave del Evangelio hecha desde su cabecera.
Y como esta vez me llama la atención la rica reja de la capilla anterior a la de la escalera del coro me acerco a verla.
Es curioso su tinte azulado, que comparte con las rejas de los púlpitos y el teñido de la madera de la puerta de entrada (véase la foto del bajo coro algo más arriba).
Desde el punto de la anterior foto (la cabecera de la nave de la epístola) me recorro toda la iglesia en diagonal para descubrir esta increíble capilla ubicada en el tramo del coro. Es de una perfección decorativa que asusta.
¿Cuándo hemos sido los riojanos tan cultos? ¿cuándo los españoles tan exactos? No sé si fue síndrome de Stendhal o vértigo histórico lo que me entró pero me dije que ya tenía que parar la visita y salir a tomar un poco el aire.
En esas estaba cuando entró otra pareja a ver la iglesia y mirando otras cosas que yo descubrió que en cada capilla había unos pulsadores para iluminar sus cuadros y retablos.
Me acerqué al que más a mano me pillaba y le di yo también al botoncito y... ¡madre mía! ¡qué retablo de pinturas! Tiene que dar gusto pasarse una tarde entera estudiándolas. Pero eso será en otra ocasión. O lo contará (o posteará) otro porque entre unas cosas y otras se me va la vida sin haber visto nada....!!!!
Y me dejo también de hablar de la torre barroca ahhh. Y se me olvida decir que la gente que va a Briones mayormente lo hace para ver el Museo de la Cultura del Vino... (!!!) del que yo, con ver la entrada (!!!) ya tengo bastante...: