miércoles, 7 de diciembre de 2011

55. EL TIMBERLINE LODGE. MT HOOD. OREGON

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Del Hotel del Coronado en la playa de San Diego, al Hotel Timberline en el Monte Hood. Y de CON FALDAS A LO LOCO de Willy Bilder, a EL RESPLANDOR, de Stanley Kubrick. La fórmula cinematográfica es la misma: usar las arquitecturas como decorados y mezclar arquitecturas al antojo del director. De ese modo, cuando se vuelve a ver la película después de haber estado en el edificio, se produce una especie de decepción cinematográfica, como si a la película se le vieran las trampas. Es posible que a los cinéfilos les pase lo recíproco cuando visiten los edificios, pero no es mi caso porque les encuentro siempre a las construcciones mucha más sustancia que a las películas. Y hasta más historias.


La larga toma hecha en helicóptero de la carretera que sube al Hotel de El Resplandor nada tiene que ver con el paisaje del Monte Hood en que está ubicado el Timberline Lodge. Y aunque las realidades sean distintas, creo que se puede decir que aquí la película está a la altura de la realidad porque la grandeza del valle por el que sube Jack Nicholson y familia es comparable a este gigante volcánico que se yergue por encima de todo el paisaje circundante.

Realidad y película coinciden en la foto de la llegada tomada desde lejos, o en las sucesivas fotos fijas hechas desde el exterior cuando empieza a nevar.


Por supuesto que el laberinto exterior es imaginario y que la puerta principal y su aparcamiento nada tienen que ver con el escenario cinematográfico creado a partir de una de las puertas de la zona de la cocina y de un porche que no conseguí localizar.



La película sitúa la construcción del edificio bastante antes que en la realidad. Según supimos allí por los folletos explicativos, el Timberline se construyó en los años treinta para paliar la falta de actividad constructiva de la gran depresión y por ello recabó del trabajo de muchísimos artesanos locales. El folleto turístico debió de escribirlo un periodista porque se olvidó decir quién fue su arquitecto. Para eso está la wiki, claro: un tal Turner, W.I et alt. perfectamente desconocidos.

A cambio, el folletito incluía una sección de la pieza más notoria del edificio, ese espectacular cono central que es un eco de la propia montaña:


La estructura de madera tiene unas escuadrías impresionantes, pero no se dejaba fotografiar a gusto. Eso se compensa con la foto de la gran chimenea situada a los pies de su núcleo central:



La puerta de acceso al edificio no tiene nada que ver con la puerta de la película y tiene la particularidad de que es doble: hay una a nivel de calle y otra a nivel de planta primera, para resolver así el problema de la gran acumulación de nieve en invierno. La escala de esta segunda puerta es también sorprendente.


Concluyo este recordatorio de nuestra visita con una imagen de los pasillos de las habitaciones que tampoco son los que el hijo de Nicholson recorría en su triciclo:


El cine ha venido a sustituir a las apariciones de las vírgenes dándoles a algunos edificios un aura que no necesitan. De todos modos hay que reconocer que las películas son los mejores anuncios. Y que sin el spot de EL RESPLANDOR es posible que no hubiéramos nunca conocido este estupendo lugar que, como decía antes, nos destrozó la película. Lo uno por lo otro.
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