jueves, 10 de junio de 2010

34. PONT DES ARTS, París

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En esto de los edificios creo que cada uno tiene sus fetiches. Por ejemplo, paseando por París hace unos días, me dije que por muy breve que fuera mi estancia no podía dejar de ver el Pont des Arts. Y eso hice. La tarde era tan agradable que hasta me bajé al muelle inferior junto al Sena (esos que tienen unos adoquinados prácticamente intransitables) para hacerle unas fotos. Supongo que podría hacer una colección de las fotos que he hecho de este puente en las sucesivas veces que he estado en París, pero de momento lo dejo para otra ocasión: primero porque no tengo mi archivo a mano y segundo, porque al decidirme a ponerlo como edificioLHD he curioseado por internet y me he llevado una sorpresa mayúscula.

No recuerdo cual fue la primera vez que fui a Paris pero creo que debió ser a finales de los ochenta. Pues bien, si hubiera ido tan sólo unos años antes, es decir, entre 1981 y 1984 me lo hubiera encontrado ¡en construcción! Y digo bien, “en construcción” y no en obras de reparación, restauración, rehabilitación o como quiera llamarse al proceso de trabajar o arreglar lo viejo.

Por las fotos antiguas que venden en los puestecillos de la orilla del Sena yo sabía que el puente era viejo, muy viejo, y ahora me entero que fue el primer puente de hierro de París, y que lo mandó construir Napoleón entre 1801 y 1804, ahí es nada. Una de esas fotos que recordaba haber visto y que he encontrado ahora en internet es ésta que pongo aquí, aunque ahora tampoco sé si el blanco y negro me despista y el puente que veo es el viejo o el nuevo.



La diferencia fundamental está en que el viejo puente tenía 9 arcos y el nuevo 7, es decir, que del viejo puente no se aprovecharon ni los apoyos; pero viendo las fotos parciales o en escorzo del mismo no te haces una idea del cambio de la curvatura de los arcos. En la web PUENTEMANÍA donde he encontrado estos datos, se dice que lo único que se salvó del antiguo puente fue... el “diseño”,¡glup!

Descubierta su Verdad no sé ya si será tan fetiche este puente como antes y si me obligaré a verlo las siguientes veces que vaya a París, pues además, en esta última visita no me pareció muy elegante que la gente estuviese tirada por su liviana tarima haciendo botellón y que hubieran tenido que poner esas bolsas de plástico verdes con pinta de condón como papeleras, para recoger las cajas de pizzas y las latas de cerveza que los jóvenes y turistas suelen tomar allí. Se ve que para ellos es también su puente fetiche.