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Lo normal es que las noticias sobre lugares vayan asociadas con nuestros últimos descubrimientos, pero en un blog como éste a veces la noticias tienen que ver, por el contrario, con lo muy conocido, lo decantado por el tiempo, lo que está ahí en nosotros desde siempre y como sin darnos cuenta.
Es el caso del Café Central de Madrid un lugar de música en vivo (preferentemente jazz) que conozco desde hace muchos años y del que me había alejado un poco últimamente, digo yo que a causa de su éxito. Cuando lo descubrí en mis viajes a Madrid por las asambleas de la Hermandad (no la Santa, sino la de los ahorros de los arquitectos) era de entrada libre y si en el momento en que tomabas una consumición había música, te cargaban un pequeño suplemento. Con la excelente calidad de los músicos y los llenazos que se debían producir, cambió de política por la de pasar por taquilla, y fue eso lo que me alejó de este sitio porque cuando vas de paseo por la ciudad sin plan fijo y ves que no puedes entrar porque ya está lleno, lo vas dejando de lado por algún otro local más espontáneo y de más fácil acceso (por ejemplo el Populart de la calle Huertas).
Pero este año he dado con la clave para disfrutar bien a gusto de este sitio: como la formalidad en el horario de las actuaciones es exquisita (siempre a las 10) lo mejor es ir una hora o tres cuartos de hora antes, coger mesa y cenar (una cena sin complicaciones de un solo plato, como en cualquier pub inglés, pero de buena cocina). Y cuando empieza la música, te tomas la copa. Por supuesto, pagas también la entrada poco antes de que empiece la actuación (entre 10 y 20 euros), pero eso es una minucia si atendemos a la calidad de los músicos y a la proximidad a ellos que te permite un local así.
Aunque la última vez tardaron más de la cuenta en traernos la cena y se nos juntó con la música (ay ay), he de reconocer que el servicio de camareros es rápido y profesional. Pero lo mejor de lo mejor de este local, lo que lo distingue de los locales de jazz en los que he estado últimamente es que hay un gran respeto a los músicos y el silencio es la norma, algo que se agradece en los pasajes musicales más líricos o reposados. Y por si ello fuera poco, SE PUEDE FUMAR, algo consustancial al jazz; pero que nadie se preocupe: el ambiente no está nada cargado porque la aspiración de aire es excelente.
Cada visita que haga a Madrid casi seguro que caigo una noche por allí. Es un plan seguro donde los haya. Un buen plan. Y un estupendo lugar.
Pongo aquí el link de su página web para tener siempre a mano la programación y os dejo con unas notas tomadas de mi última estancia allí en compañía de mi hija Teresa. FUASI & ENSEMBLE, 30 de abril del 2010.