martes, 17 de marzo de 2009

4. CHICAGO, Robie House, F. Ll. Wright



Poco se puede agregar a todo lo ya escrito y documentado sobre la casa Robie de Frank Lloyd Wright en Chicago. La wikipedia trae un extenso artículo de la misma y nuestro documentalista favorito, Carlos Zeballos, también le ha dedicado una entrada en su blog Mi Moleskine Arquitectónico. Y como no podía ser de otro modo, la casa está ya dibujada en Sketch Up y subida a Google Earth. Lejos de mi intención pues, hacer enciclopedismo. Si traigo a Edificios LHD esta casa es simplemente para poner las fotos de la visita que realicé a la misma en abril de 1990, mencionar algunos detalles de la escala y el entorno, y comentar los tres patrones “alexanderinos” que motivan que cada año la revisite en mis clases.

En las fotografías en blanco y negro con que nos la descubrió Moneo un buen día en sus clases de 1972, aparecía espléndidamente moderna y enorme. Recuerdo que nos la enseñó con una foto que tenía un coche negro de los años de su construcción situado justo delante, y, que como en las fotos que hacía Le Corbu de sus casas con su coche, la casa nos pareció modernísima y el coche antiquísimo. He buscado muchas veces aquella foto en libros varios pero no he conseguido dar con ella. Moneo hizo una lectura sucinta y poética de la casa explicando que la chimenea era como una estaca vertical que sujetaba esos planos de la cubierta que se proyectaban hasta el infinito en paralelo con la idea de la pradera. Muy bonito Moneo. Muy literario. Nos dejó boquiabiertos.

Ochenta años después de su construcción y dieciocho después de haberla conocido en clase, me pareció mucho menos impresionante. Esta es la primera foto que hice a la Robie, con la calle llena de coches de los noventa, y un edificio de tres plantas situado justo detrás:




Por entonces no estaba construido el mamotreto que le han hecho delante (2004) y que todos dicen (Carlitos incluído, ay) que es muy respetuoso con la casa, ay ay ay ay. Con todos mis respetos, a mí me da pavor, y eso que las fotografías que he encontrado en el blog de Zevallos o en google earth van en plan artístico:




Pero los alrededores de entonces eran ya bastante sobrecogedores sin ese mamotreto: por un lado los enormes espacios abiertos de una universidad grandilocuente, ecléctica y decimonónica y por otro, los bloques de viviendas sociales de una ciudad pobre, moderna y rota:





Aparte de verla en el entorno y apreciar su escala, una de las cosas que más me intrigaban de esta casa era entrar a ella por esa escondida puerta que no había forma de adivinar desde las fotos de su fachada sur. Y en verdad que estaba bien escondida en su fachada norte. La entrada es poco brillante, yo diría que entonces me pareció hasta dudosa, aunque luego la he ido rehabilitando gracias al patrón “transición en la entrada”, aunque… no del todo, porque en definitiva, el espacio de esa entrada en relación con la casa me parece hasta humillante:





Un vistazo a la planta baja nos muestra además que esa entrada está completamente desconectada de la entrada por el patio del garaje.



Pero vayamos para arriba, que no os quiero entretener mucho, y demos con la escalera, que tampoco es espacio o pieza especialmente memorable. Wright dibujaba las flechas de las escaleras al revés de cómo es convención en nosotros, o sea, indicando el sentido de bajada en vez del de subida, y los que han redibujado sus casas para la edición que tengo yo en DVD de Praire Multimedia han seguido su sistema. Pues bien, el encaje de la escalera con la famosa “chimenea estaca” de la casa es todo un poema (o una pieza de orfebrería, según se mire). La escalera se queda ahí, encajonada, y para subir al piso de los dormitorios hay que acudir a otra escalera menor:



En fin, aparte de otras grandezas espaciales ampliamente comentadas por sus exegetas a mí me interesa comentar la forma en que Wright ejemplifica en esta casa dos de mis patrones preferidos de Alexander.

El primero de ellos, “variedad en la altura de techos” nos muestra un truco muy querido de Wright en muchos de sus salones y es el de rebajar la altura de los techos junto a las ventanas dándoles carácter de “gabinete” o “lugar ventana”, mientras que en el centro de la habitación el techo sube para que el espacio gane en grandiosidad:




El segundo de los patrones al que quería aludir es el de “luz filtrada”, para el que Wright acude a la tradicional fórmula de los emplomados, práctica decorativa que me llamó mucho la atención en aquella visita, seguramente por aquella fe en la modernidad con la que nos la habían enseñado:




Para enseñar arquitectura lo peor de lo peor es mitificar. Y la mitificación de la obra de Wright raya en el escándalo. Mitificar es lo propio para predicar, no para enseñar.

Por cierto ¿saben de alguien que enseñe arquitectura sin mitificar?