jueves, 1 de octubre de 2015

89. LA PLAZA DE MONTAUBAN



Es costumbre de los arquitectos viajeros moverse en busca de edificios ya conocidos y estudiados en libros y revistas tan sólo para observar detalles de encuentros o de escala que nunca se aprecian en las publicaciones. Pero también hay veces que entramos en ciudades de las que no hemos leído ni oído una palabra a ver qué nos encontramos. Esto último es lo que me sucedió el pasado verano cruzando Francia. Bajábamos desde Brive la Gaillarde hacia el Valle de Arán y como no era cosa parar en Toulouse, donde habíamos estado en junio (v edLHD87), echamos un vistazo al mapa y decidimos hacerlo en Montauban. A ver qué nos encontrábamos.

De momento ya tuvimos noticia por algún cartel que había un Museo dedicado a Ingres, famoso pintor nacido allí, por lo que, por supuesto, visitamos el magnífico palacio episcopal donde está instalado. Pero el gran efecto de sorpresa arquitectónica (del que ya siento privar a los lectores de este post) lo tuvimos al entrar en su plaza mayor: toda en ladrillo, doble pórtico de bóvedas de arista, entradas en diagonal para los vehículos rodados y fachadas del caserío sin homogeneidad pero en total armonía.


Nos pareció un lugar mágico y aunque no tuvimos mucha suerte en la elección del restaurante, no nos arrepentimos de haber pasado allí la mayor parte del tiempo de nuestra estancia en Montauban.


En principio, la doble arquería permite utilizar la exterior como espacio para las mesas de las terrazas y la interior para el paseo y la relación directa con los escaparates y las tiendas.


Por fortuna, el mobiliario de los bares no ha sido homogeneizado como en tantas otras terrazas de zonas peatonales, pero a excepción de las sillas más sencillas de aluminio y mimbre/plástico, la mayoría de los diseños eran bastante nuevos y feos.


Qué pena que el mobiliario no estuviera a la altura de la arquitectura de la plaza. Como tampoco lo estaban la pavimentación de su interior, los abolardamientos y los últimos detalles decorativos a base de toldos en plan vela y más terrazas.


Parece evidente que lo único que hay en el pensamiento urbanizador de nuestro tiempo es quitar coches y jardines y poner terrazas de bares con alguna jardinera.


Da mucha pena comparar la simpleza de nuestro tiempo con el marco de tan rica y variada arquitectura, pero cuando menos veo por algunas fotos de internet que hay días en que algún mercadillo la alegra un poco.


...aunque las más de las veces la encuentro retratada con algún tipo de vallas, ese otro recurso municipal tan frecuente en nuestro tiempo.


La pobreza urbanizadora de la plaza puede que sea un reflejo de la inanidad urbanística del resto de la ciudad. La plaza de Montauban fue el bellísimo patio interior de un casco urbano perfectamente delimitado por unas murallas.


Nosotros entramos a Montauban por los polígonos comerciales del norte y hasta que alcanzamos las calles de sus viejos muros nos quedamos espantados de la fealdad de la ciudad.


Para entender lo que les digo puede uno montarse en el google street view y hacer el mismo recorrido:





¿Qué ve la gente cuando viaja? ¿qué buscamos? ¿qué vemos los arquitectos?  Uno diría que en general lo mismo, cosas bonitas para pasar buenos ratos; pero para un arquitecto eso no es suficiente. Los arquitectos buscamos siempre aprender y no nos podemos sustraernos en modo alguno de leer el mundo desde el libro de la arquitectura.

Toda una ciudad nueva y grande como Montauban, pensé, no puede gravitar sobre ese pequeño espacio mágico reconstruido en el siglo XVII. Y no debería aplastarlo con la banalidad de sus nuevas modos de pensar y decorar. Es al revés: hay que profundizar en los patrones y las formas de construir de la antigüedad por ver si son de aplicación en nuestro tiempo. Si de verdad hemos disfrutado en la vieja plaza de Montauban y si aún tenemos algún tipo de amor y respeto por nuestra profesión, los arquitectos y urbanistas estamos obligados a pensar y hacer otras plazas así: plazas nuevas y mágicas a la escala y con los medios del Montauban contemporáneo.

Y si no decimos más que tópicos y descripciones superficiales, mejor olvidarnos que somos arquitectos y conformarnos con ser unos simples y vulgares turistas (como tantos que repiten textos y publican fotos en blogs y álbumes de internet).