En las abstrusas reflexiones de Heidegger sobre el habitar, el construir y el lugar, le dio por elegir como ejemplo "un puente". "El puente se tiende ligero y fuerte por encima de la corriente -comienza el filósofo- y es pasando por el puente como aparecen las orillas en tanto que orillas".
foto O. Moreno (tomada de Panoramio)
En el puente de hiedra de Ventrosa, sin embargo, no parece que haya orillas pues hace tiempo que desapareció el camino del lado Este y es por tanto un puente que no va a ningún lado. De hecho nos lo encontramos con una puerta metálica que cortaba el paso.
Lo descubrimos por casualidad una tarde de Semana Santa del año 1978. Estábamos en Anguciana de vacaciones y planeamos una pequeña excursión por el alto Najerilla con los amigos Quique y Jacinto Aragón. Intentamos acercarnos al Salineros por un barranco que tenía unas viejas y abandonas ruinas que no llegué a fotografiar (ay).
Se puso mal el astro y dejamos el objetivo montañero para otra ocasión. Con la pieza del puente teníamos más que cumplida la caza de la tarde.
Un puente con barandillas para sentarse y contemplar los montes. Un puente que no une dos orillas sino que es un lugar en sí. Un puente que es sólido y fuerte pero que se adorna con una cortina de hiedra que cae hasta la corriente del río.
foto lacanal&lacanal (tomada de Panoramio)
Yo pensaba que por el carácter efímero de las cortinas o por la temporalidad de lo vegetal, la cascada de hiedra que cae del puente al río podría haber desaparecido en cualquier momento, pero al ver treinta y siete años después (!) las fotos de Panoramio que lo rodean en las vistas de google earth me he llevado una gratísima sorpresa.
Lo liviano es aquí tan duradero como sólido. El puente no tiene utilidad alguna. Es un mero símbolo del paso del hombre habitando la tierra. Un lugar excepcional... que... les invito a visitar sin la ayuda de carteles indicadores (por favor). Que no los necesita.