No siempre voy a hablar aquí de las ciudades o edificios que he visto y vivido. También caben algunas arquitecturas con que las que sueño (véase también el post 45). Según se acerca la navidad y vuelvo a sentir el pánico que me provoca todo ese entramado mediático, social, sensiblero, familiar, comercial, etc. que se nos viene encima otra vez más, pienso si la arquitectura no me podría echar una mano.
Y claro que sí. La arquitectura, la buena, la de siempre, la grandiosa arquitectura siempre puede ayudarnos a vivir. Y en este caso, si nos fijamos bien, lo curioso es que el hallazgo estaba dentro del mismo paquete kitsch navideño. Buscando ideas para huir de la navidad había dado en pensar si lo mejor no sería ir a Tailandia o a una playa del Caribe para estar debajo de un cocotero. Pero un cambio de temperaturas tan radical estoy seguro que no le vendría bien al cuerpo en esta época del año. Jet laj y salto de invierno a verano no creo que los pudiera soportar. Pero buscando justo por el otro lado, es decir, por el lado más frío, me he topado con las imágenes más cursis de la navidad, las de las cabañas bajo la nieve perdidas en el monte.
Si junto a esa cabaña hubiera una montaña tan grande y hermosa como la de esta foto, el resultado sería perfecto:
Creo que este año no me va a dar tiempo a hacérmela. Me conformaría de momento con que me la dejaran en alquiler... (si sabéis de alguna que cumpla las condiciones, avisad). En todo caso, hay una cosa de la que estoy seguro y es que de donde no me la va a quitar nadie es del lugar de mis sueños.
Desde el 23 de noviembre, para todos los lectores de edificiosLHD (y blogs asociados) ¡feliz Navidad 2012!