.
No me he olvidado en el título de poner donde está, no. Es el caso que, a pesar de tener un nombre tan concreto, se trata de un lugar imaginario. Pero es un lugar sobre el que he pensado tantas veces, que podría decir que he vivido en él mucho más que en otros lugares así llamados reales.
Al poco de cerrar el despacho de arquitecto y dedicarme a la enseñanza, como gané mucho tiempo a la semana, empecé a estudiar música. O a ser músico, como decía Renato Valeruz, mi primer profesor. Mi mejor profesor. Sobre mi vida de músico suelo tener de vez en cuando la tentación de escribir un nuevo blog, pero tengo ya tantos abiertos y fue tan compleja mi trayectoria musical, que me da bastante pereza ponerme a ello. Quizás dentro de unos años, aunque temo que se me olviden muchos detalles. En todo caso, del lugar donde yo quería ejercer de músico no creo que me olvide nunca porque le di un nombre y hasta un proyecto musical: el de la trastienda de una barbería pintada por Norman Rockwell para una portada del Saturday Evening Post. Un lugar tan bonito, que antes de mencionarlo en ese futurible e incierto blog, prefiero ponerlo aquí, en edificios LHD.
Según iba aprendiendo a tocar el saxofón en jazz, la dulzaina en popular o la tuba en dixie y clásica, fui dándome cuenta que lo más problemático en la música no era aprender el lenguaje o dominar el instrumento, sino ponerse de acuerdo con otra gente para tocar en grupo y encontrar un lugar agradable para los ensayos.
Por eso, cuando descubrí a ese grupo de jubilados tocando ya caída la tarde en la trastienda de una peluquería cerrada pero aún con la estufa encendida, pensé que Rockwell había interpretado perfectamente mi deseo, o quizás debería de decir mi sueño, porque a pesar de lo mucho que lo intenté, nunca lo conseguí.
No solo estamos hechos de los lugares que vemos, visitamos o habitamos, sino también de los que soñamos. Procuraré ir trayendo alguno más aquí.
.
.