lunes, 23 de febrero de 2009
2. MADRID, Las Cuatro Torres
Arquitectos:
(de derecha a izquierda en la imagen)
1. Norman Foster
2. Rubio, Alvarez Sala
3. Pelli, Clarke, Pelli
4. Pei Cobb Freed & Partners
2009
Paseo de la Castellana en su límite norte.
Desde que han construido estas cuatro torres, Madrid se ve ahora desde muy lejos. Llegando desde la carretera de Zaragoza, no recuerdo bien desde qué punto entre Guadalajara y Alcalá de Henares, Madrid aparece ya en lontananza. Pero a diferencia de Nueva York, que emerge como toda una masa de rascacielos, o como Chicago, Los Angeles o cualquier otra ciudad americana en las que los rascacielos marcan el dowtown o centro de la ciudad, en Madrid esas cuatro torres aisladas señalan extrañamente un punto periférico al norte de la ciudad.
Arquitectura Viva les ha dedicado la portada y el editorial del número 121, y Galiano, en su empalagoso estilo (este tío parece que ya no va cambiar), se complace y hasta regodea en relacionar históricamente la construcción de rascacielos con las crisis económicas. Curioso enfoque socioeconómico pero escasamente arquitectónico.
La información gráfica que ofrece la revista nos permite hacer una visita algo más argumentada, y se agradece que los textos (no firmados) que acompañan a la documentación sean básicamente descriptivos. Sin embargo se echa en falta el análisis y la crítica. Eso parece ser tabú.
Las prisas de la revista por la primicia informativa significaron un nuevo desengaño en nuestra visita: las torres aún no están inauguradas y toda la zona estaba aun en proceso de urbanización (febrero 2009). En tanto que piezas urbanas, me interesaba ver cómo se relacionaban con el suelo, es decir, con la ciudad, pero como todo estaba aún vallado por obras, habrá que esperar a una segunda visita.
En todo caso lo que no hace la revista es un mínimo análisis de la posición en planta de las cuatro torres, es decir, del plan urbanístico (mejor dicho, del pelotazo GPU / sobre los GPUs véase el hCn20 de elhAll82) del que surgen. No hay crítica ni a nivel urbanístico ni a nivel arquitectónico. En este segundo nivel llama la atención la colocación de las cuatro torres en una especie de arco con las dos centrales más alejadas de la Castellana y a su vez agrupadas dos a dos, de modo que las dos centrales están más alejadas entre sí que con sus vecinas. La diferencia formal de las cuatro torres y esa rara posición en planta hacen que el grupo esté siempre variando sus perspectivas desconcertando al observador cuando algunas se ocultan tras las otras. (Así en una de las fotos de Aviva:
y también en el enfoque que he hecho de los edificios dibujados con sketch up en el google earth, jugando con la coincidencia de que el rascacielos de Pelli, oculto tras la torre 4, resulta que no está aún dibujado pero sí se ve su sombra (!):
Como objetos arquitectónicos, los rascacielos son en general edificios poco interesantes y se pueden despachar con tres o cuatro comentarios.
La limpieza de la planta y la pulcritud de las fachadas hacen que la torre de Foster parezca a todas luces la mejor de las cuatro si bien ese gran arco tipo La Defense en cubierta resulta bastante antipático. (El comentarista lo justifica porque en el futuro se prevé instalar allí un generador eólico; y voy yo y me lo creo). La entrada al edificio se hace por un amplio hall de 22 metros de altura, lo que parece ser toda una novedad (no pudimos acercarnos a él). La marquesina de las puertas, sin embargo, está a escala de parada de autobús y no tiene mayor justificación toda vez que tiene encima los cuerpos volados de las oficinas.
La planta de la torre de los arquitectos españoles parece un ejercicio de escuela de arquitectura o de ingeniería industrial. La fachada broncínea nos devuelve a imágenes tan sosas como las del viejo rascacielos de Montparnasse aunque en la revista ya mencionan el progreso técnico de la doble piel. En el encuentro con el suelo dicen que una de sus partes lo hace en patio inglés pero en todo caso la imagen de la entrada no está muy alejada de cualquier anodino edificio de oficinas.
La planta de la torre de Pei parece un despropósito a juzgar por la proporción entre el núcleo de accesos y el espacio diáfano a servir. Y si encima se le va quitando superficie a medida que sube (para que parezca un gigantesco obelisco de cristal), por poco se nos acaba viendo el ascensor. Aunque no pudimos acercarnos a su base sí que observamos que en el encuentro de esta torre con el suelo aparecen unos pliegues de cristal bastante feos que le quitan claridad a la geometría del obelisco.
La más tonta de las cuatro es sin duda la cuarta pues la formas curvas de la base de un cohete y el muro cortina acristalado hacen pésima pareja. Por no hablar del encuentro del pilarón aislado que sigue bajando hasta el suelo en muro cortina para marcar una entrada dinámica. Una imagen patética.
En definitiva, los rascacielos son la expresión cabal de la ciudad contemporánea y de su arquitectura: mucha acumulación de masa y poca sesera. Mucha técnica, mucho dinero, mucha ingeniería, y poco pensamiento arquitectónico. Ya lo dijo Le Corbu hace casi un siglo, que de no remediarlo, la arquitectura iba a ser cosa de los ingenieros. Y no lo hemos remediado.
Etiquetas:
GPU,
Madrid,
rascacielos
Ubicación:
La Paz, Madrid, Madrid, España