miércoles, 27 de marzo de 2013

67. LA CATEDRAL DE CHARTRES



Pongo esta foto para empezar, porque estoy asustado con los números de algunas de las entradas de este blog. Hay ya unas cuantas que sobrepasan las cinco mil visitas directas, es decir, no a través de su cabecera.  Si a ellas sumamos las que se producen al abrir el blog por su link general, me puede dar un mareo. Por los temas de las más visitadas supongo que son de estudiantes que buscan material barato para sus trabajos de curso, estudiantes desagradecidos, claro, porque jamás se han molestado en enviarme un breve mail para decirme lo bien que les ha venido mi post, o para decir (eso mucho menos) que algo han aprendido con mis observaciones. Además de desagradecidos, despistados, porque este no es un blog académico, así que si queréis un consejo, no copiéis mucho, pues los profesores suelen despreciar las visiones personales. Dicho de otro modo, yo no fui a Chartres para hacer un estudio de la catedral sino para seguir conociéndome a mí mismo. Y si escribo este post es por la misma razón. Así que si os interesa Chartres (y si has abierto directamente este post es porque así es) hay un montón de páginas (la de la misma wikipedia, por ejemplo) que tienen mucha mejor información que la que podáis encontrar aquí. Este es un blog personal, es decir, muy "subjetivo", y aunque no voy a negar a nadie mi compañía (que para eso lo escribo) que nadie espere de mí material didáctico alguno.

Yo fui a Chartres a ponerme debajo de esa cascada de piedra que forman los contrafuertes de la nave central y que siempre me habían llamado la atención en las fotos de libros y revistas. Sin ir más lejos, en la portada del libro LA CATEDRAL GOTICA de OTTO VON SIMSON, que según veo ahora, lo había comprado en 1984 y que, lo reconozco, no había leído entonces porque, según compruebo ahora, es un verdadero peñazo.


Mi primera visita a la catedral de Chartres fue en 1992, y la foto de cabecera es la única que hice. Viajábamos con una excursión colectiva y el tiempo de visita supongo que estaría muy limitado. Por la noche, sin embargo, tuve tiempo para dejar anotadas otras impresiones:

"El desnivel o inclinación de la nave central y la elevación de las naves laterales me sorprenden -escribí. Más que espacios secundarios respecto de la central, parecen balcones. Luego, hacia el crucero, todo se nivela". 

No he encontrado una sección en que se aprecie esa primera impresión espacial. A la escala de la catedral parece un asunto menor, pero a escala humana a mí me dejó desconcertado: un suelo inclinado y dos balcones laterales (!). También me llamó la atención un pequeño cartel que decía

"aquí mantenemos o atendemos cualquier conversación sobre materias espirituales" Y anoté: "no está mal la propuesta, parece como si el DOGMA retrocediera. Al releerlo ahora me río al ver juntas esas dos palabras: MATERIAS y ESPIRITUALES.

Pero dejémonos de entretenimientos escolásticos (ja ja ja, aunque mejor sitio que una catedral gótica, imposible) y volvamos a las anotaciones más arquitectónicas:

"El tamaño y las proporciones son más grandiosas que en Tours: la nave más ancha, los cruceros más proporcionados. En la girola admiramos la labra del coro y en el extremo del deambulatorio (retorno a los temas escolásticos) subimos a una capilla anexa y exenta a contemplar la reliquia de la catedral: un velo de la Virgen. Resulta ser un paño algo sucio que no inspira demasiada confianza, pero solo la duda sobre algo tan sagrado ya causa en sí cierto estremecimiento".

"Las vidrieras embellecen cada rincón, pero a pesar de poseer muchas figuras no parecen narrar nada. Los rosetones me recuerdan a los caleidoscopios".

"Al salir nos detenemos un poco en el laberinto central. El suelo de la nave es basto y más recuerda a un adoquinado que a un enlosado. Tiene el aspecto de una zona de tránsito. No nos detenemos en las portadas y sí en los laterales de los contrafuertes. Me viene al recuerdo la fachada lateral en ladrillo del museo de Mérida de Moneo."

Me gustan estas anotaciones de turista por lo poco serias y anecdóticas que son. Una catedral es un mundo tan complejo que se resiste a la compresión, e incluso a un estudio más o menos ordenado.

Cuando volví a Chartres en el verano del 2001 con mucho más tiempo no lo hice mejor. Llevé un cuaderno de dibujo pero enseguida me di cuenta de que no conseguía dar con las imágenes o los puntos de vista esenciales.



Consciente de mi fracaso, decidí pasar el rato con algo tan plano y sencillo como un rosetón, acordándome sin duda de los aquellos mandalas que hacía mi amigo Josep Juvé Raventós en la Escuela. Pero ni por esas. Como no entendí tampoco de qué iba del dibujo me salió un churro:


Por la noche volví al cuaderno de anotaciones, sin conseguir mejorar el anecdotario de la visita de nueve años antes. Os ahorro la transcripción excepto unas líneas de la que me siento orgulloso como padre: "Teresa dibujó un corte completo de la nave y acertó plenamente, porque en su dibujo se podía apreciar conjuntamente el esquema compositivo de la pared lateral de la nave central y la sección del transepto reflejando así los espléndidos pilares del crucero". 

Mientras nosotros intentábamos aprehender la catedral desde el dibujo, Rosalía hacía fotos con una primitiva  cámara digital SONY de tan baja resolución, que da apuro ofrecer el resultado. En el exterior, un día absolutamente lluvioso nos impidió disfrutar con tranquilidad de la portadas y de toda la parafernalia volumétrica exterior. Curiosamente, con mi cámara analógica volví a hacer la misma foto que nueve años atrás... (!!)


... y una más de la cabecera, donde los arbotantes se hacen más ligeros y la geometría de las capillas parece como que se alborota.


Del conjunto de catedrales góticas que nos habíamos propuesto ver en los alrededores de París, Chartres fue la primera, y el fracaso en la forma de acercarse a ella y conocerla, marcó la visita de todas las demás. Para ver una catedral hay que ir mucho más preparado. Hay que haberla estudiado previamente con suma atención.

Pero la ARQUITECTURA GOTICA de Louis GRODECKI (ed Aguilar) pesa dos kilos y medio, y su carácter enciclopédico poco o nada tiene que ver con una guía de viaje.


Tampoco es que tenga un texto muy ameno que digamos, pero al menos te sitúa mejor que el Simson en el devenir de las catedrales góticas en el siglo XII, desde Sens y Saint Denis (1150) a Chartres (1195) pasando por Noyon y Senlis (1155) y Laon  y París (1160) (pag 51).

El que no me llevé y que aún no sé cómo no he tirado a la basura es EL MISTERIO DE LAS CATEDRALES, de Fulcanelli, (ed Plaza y Janes 1971) porque si las catedrales ya son difíciles de entender en sí mismas, no te digo si te las cuenta un esotérico que -según su discípulo y prologuista-, cuando escribió su libro en 1922, aún no había recibido "El don de Dios". Eso debió de ser.


No tengo noticia de que nadie haya escrito algo ameno e inteligente sobre el gótico, y si lo ha escrito seguro que los grandes editores no se lo han publicado. Porque lo que cada vez tengo más claro es que los grandes editores sólo publican o basura académica o astracanadas pseudorreligiosas. Peñazos para llenar las estanterías de las bibliotecas. De verdad que según pasan los años, cada vez confío menos en los libros.

Con internet todo hubiera sido mucho más fácil. Pero en el 2001 aún no había ni una centésima parte de lo que hay ahora. Sólo con lo que da la wikipedia de gratis, vas que te ardes. Y ya no digo si buscas detalles por un lado y por otro. En tres o cuatro ratos que he estado navegando me he hecho con un material que no veas. Bueno, eso, que no veas, porque no es cosa de meterlo aquí y apabullar, que esto es un blog muy mío y de poco alcance. Pero ya digo, si queréis programar una visita, internet. Y dentro de internet, los datos más objetivos por un lado, y los blogs por otro, cuanto más personales y menos académicos, mejor.


Con las nuevas fotos y datos en el escritorio sigo con mis pensamientos y comentarios personales porque cada vez que veo la fachada de Chartres me llevo las manos a la cabeza. Siendo estudiante de arquitectura tuve una agria polémica con un compañero catalán que despreciaba el gótico español por irregular y caprichoso. Las catedrales góticas francesas, me argumentaba, son todas de una pieza. Coherencia pura.

Eso mismo dicen Simson y Grodecki, y hasta uno de ellos (ahora no me acuerdo quién de los dos) dice que la diferencia entre las torres le da un bonito dinamismo a la catedral. Creo que para justificarlo ponen al lado una foto desde lejos, pero eso es una trampa como un piano de grande.


La irregularidad de las torres no tiene justificación alguna, porque ante la potencia del eje que ordena toda la composición de la planta, sólo se pueden salir de la simetría los temas de menor escala.


Otra cosa hubiera sido si se hubieran ejecutado las siete torres de que hablan los académicos de los libros o de los datos que corren por la red. La torre derecha y buena parte de la fachada principal parece ser que son de la catedral anterior, la que se incendió en 1194. En las trazas de la nueva se pensó en siete torres más atrás: dos en cada extremo del transepto (cuatro), una a cada lado de la cabecera (seis) y la séptima, sobre el crucero. En la foto que he puesto arriba (tomada de la red, claro está) se pueden apreciar los cuerpos de las torres del transepto y de la cabecera, aunque no hay nada de la del crucero, pero se ve que pensaron que era mejor dejarlas a la altura de la larguísima y unificadora cornisa. menudo cisco hubieran armado. Sin embargo, al melón que trazó la torre izquierda de la fachada en el tercer cuarto del siglo XVI no se le ocurrió otra cosa que dejar ahí su alegría torera. Seguro que mi compañero catalán tampoco se lo explica, o quizás habrá pensado que pasó por allí algún artífice español.

Otra de las cosas "bonitas" de los libros de los señores académicos Simson y Grodecki es su empeño en hablar del señor arquitecto de Chartres cuyo nombre no sabe nadie, y disputar si fue uno o si fueron dos. Para ello se agarran al asunto de los contrafuertes y al problema de si la nueva catedral se empezó a construir desde la fachada (los restos de la vieja) o desde la cabecera (como es lo normal). Aquí los contrafuertes más finos de la cabecera:


Aquí los más gruesos y menos ojivales de la nave:


Pero si el polaco parisino Grodecki o el alemán Simson no se pusieron de acuerdo, no esperen que yo lo vaya a resolver. A cambio os ofrezco una foto de cada uno, cortesía de la red:


Louis Grodecki saludando a los lectores de edificios LHD


Y Otto von Simson disculpándose por no haber conseguido con su rollazo quitarnos la afición al gótico.

Pero dejemos en paz a esta buena gente y echemos un vistazo a las famosas vidrieras de la catedral retomando otra de mis heterodoxas anotaciones. Si en la primera visita los rosetones se me antojaron como grandes caleidoscopios, para la segunda llevé unos buenos prismáticos a fin de poder escudriñar a los personajes y adornos de colorines, y tal y como me temía escribí que eran como "unos cómics dibujados en un estilo bastante homogéneo". Dada su sencillez de trazo, pensé allí mismo que mejor que haberme puesto a dibujar el esquema de un rosetón hubiera sido dibujar algún personaje simpático que hubiera encontrado por aquí o por allá, o quizás algún detalle decorativo, pero tampoco me puse a ello por lo fatigoso que parecía pasar de la mirada en los prismáticos al papel del cuaderno. Mucho mejor ahora con internet, donde uno puede encontrar cientos de fotos de vidrieras y hasta un plano de todas ellas:











La historia de cada vitral y de cada uno de sus donantes podría ocupar una librería entera. Pero lo que me ha dejado pasmado es que en la Segunda Guerra Mundial se desmontaron todos (!!!!) y se guardaron por miedo a que los pudiera destruir algún bombardeo alemán. Solo de pensar en dicha tarea me entra un mareo. Seguro que también alguien habrá escrito un libro sobre dicha epopeya ¿no? Tendría que mejorar mucho mi francés para ponerme a buscarlo en internet.

Puestos ya en fatigas, no podemos marcharnos sin echar al menos un vistazo al compendio escultórico de  los tres pórticos,


El antiguo o de la fachada principal


El pórtico sur


y el pórtico norte

Si te pones a contar figuras y figuritas lo mismo te sale más gente que la que cabe en un estadio de fútbol. Y si quieres mirarlas en detalle y compararlas, acabarás diciendo la misma tontería de siempre: que según avanzan los tiempos se hacen menos rígidas y más naturales (!)


Tampoco te van a faltar texturas y detalles decorativos, si es eso lo que coleccionas:


Y ya metidos en escultura, no te puede ir sin fotos del trascoro. Pero como hay tantas, pongo también una de las nuestras para salir del paso y avisar de que mejor no acercarse a este avispero de piedra si no quieres perder los ojos:


Faltaba lo del curioso laberinto, cuyo simbolismo lo mismo nos devolvía a Fulcanelli vivo. Dicen que era para que los que quisieran peregrinar sin salir de la ciudad pudieran hacerlo recorriendo de rodillas. Bonita historia para los turistas. 


Para los aficionados a encontrar la belleza de las cosas en las proporciones emanadas de las armonías musicales también hay tema para rato. De la fiabilidad de las medidas nunca he sido creyente, pero con sólo mostraros este dibujo ya veis que hay mucha diversión.


En vez de dibujarlo, Otto von Simson lo cuenta (p 259 a 266), así que haceros una idea de lo entretenido que puede llegar a ser. 

Paseando por el interior de las catedrales no dejo nunca de buscar las mejores perspectivas espaciales pero casi nunca doy con ellas. Mire hacia donde mire, todo me parece igual de fabuloso. Al final me suelo quedar con la imagen de las fachadas laterales de la nave por ser lo más cercano a mi entendimiento, pero la distancia nunca da para una frontal de la cámara medianamente objetiva.


No hay forma humana de entender o abarcar una catedral en una visita. Ni en dos, ni en veinte. Y la mayoría de los libros son estorbos más que ayudas. Con todo, el de Simson tiene un final feliz. Para explicar que no sepamos quien fue el "arquitecto" acude a una inscripción encontrada en una iglesia cerca de Troyes:

Non nobis, Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam.

(no creo que sea necesario ponerla en el google translator para entenderla)

En agradecimiento, yo también adorné la primera página de mi ejemplar con un cita de Jünger (Radiaciones vol 2 pag 314):

Lo digno de veneración no es el lenguaje sino lo inexpresable. Lo que hay que venerar no son las iglesias, sino lo invisible que vive en ellas. 

Una buena salida para todo este embrollo.